Imitar para innovar: la naturaleza es sabia

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¿Cuántas horas gastamos en un laboratorio intentando descubrir algo nuevo e innovador? Es hora de salir de ese cubo y ver qué tenemos alrededor. Aprovechar la naturaleza para innovar es lo que hoy en día se llama biomimética.

La biomimética es un campo de la biología que se centra, básicamente, en observar la naturaleza (plantas, animales, humanos) y captar ideas que ya existen en ellos para traducirlos a nuestro mundo de tecnologías. Janine Benyus, escritora y consultora, apuesta desde el Instituto de Biomimética por promocionar la emulación de la naturaleza y aprovechar su ingeniería de hace millones de años de experiencia. Ella, la naturaleza, ya ha descubierto qué hacer para sobrevivir, pues nos da lecciones de comportamiento. Por eso, por el hecho de que aún no sabemos mucho de ella, debemos observarla, entenderla e imitarla.

Puede parecer utópico decir que la naturaleza es sabia, pero tan sólo hace falta mirar a nuestro alrededor para captar que aquello que estamos haciendo es simplemente copiar para innovar. ¿Acaso sabemos cómo apareció Velcro? Pues fue cosa de la naturaleza. Un día de 1941 cuando George de Mestral volvía del campo acompañado por su perro, observó qué difícil resultaba desenganchar las flores del cardo alpino de sus pantalones y del pelo de su perro. Sorprendido por la tenacidad de aquellas flores, las separó con cuidado de la ropa para observarlas en el microscopio. Fue entonces cuando descubrió el motivo por el cual se pegaban con tanta insistencia: las flores estaban rodeadas de una multitud de ganchillos que actuaban a modo de resistentes garfios y de esta forma, se adherían al pelo de los animales y a los tejidos.

Otro ejemplo a nuestras manos se halló en Expo Zaragoza 2008, exactamente en el “Pabellón Sed” el cuál mantenía la temperatura deseada gracias a su imitación de mantenimiento de la temperatura que tiene el cuerpo humano (sudor). Es decir, el edificio cuando llegaba a una temperatura más alta de lo deseado, transpiraba. Obviamente, esto es gracias a la tecnología de la que disponemos hoy en día, pero hace miles de años que el cuerpo humano ya se comporta de dicho modo.
Por tanto, como dice J. Benyus, “después de estudiar un organismo durante 40 años, no dejamos de aprender de él” y es por ello que debemos abrir un nuevo campo de visión para la innovación: imitar la naturaleza.

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