Liderar una organización no es una tarea sencilla y, de hecho, no todo el mundo tiene las capacidades necesarias para ser un buen líder. Una persona puede nacer con la predisposición para liderar pero si no la pone en práctica ni se esfuerza para mejorar sus habilidades de liderazgo, dicha capacidad innata no podrá aprovecharse y, por lo tanto, sería como si no la tuviese. Antes de contestar a la pregunta ¿Existe un estilo de liderazgo idóneo?, vamos a indagar sobre el concepto de líder.
Contrariamente a un directivo, un líder es la persona que es capaz de influir y apoyar a los demás para que, con compromiso e implicación, orienten sus esfuerzos a favor del cumplimiento de los objetivos de la organización. Algunas de las características de un buen líder son: compromiso, iniciativa, empatía, carisma, esfuerzo, visión del largo plazo, honradez y confianza en sí mismo.
Dependiendo de su personalidad e intereses, un líder decidirá adoptar un estilo de liderazgo u otro. Algunos de los estilos de liderazgo que se pueden adoptar son los siguientes: transaccional, transformacional, autoritario, democrático, consultivo y laissez-faire. Respondiendo a la pregunta inicial, no existe un estilo de liderazgo ideal; cada uno de ellos tiene sus ventajas e inconvenientes. En función de los empleados y de la persona encargada a liderar el grupo o equipo, un determinado estilo de liderazgo será más adecuado que otro. Por ejemplo, en el caso de que un equipo esté formado por personas que les gusta tomar iniciativas y que prefieren no estar controlados por su mando superior, es posible que el estilo de liderazgo que mejor se adecue en este caso es el Laissez-faire. Una de sus ventajas es que permite aumentar la creatividad de los miembros del equipo.
Por otra parte, la efectividad del liderazgo también depende de otros dos factores: orientación del líder hacia la definición de la tarea y su orientación hacia la calidad de la relación. La orientación a las relaciones hace referencia al desarrollo por parte del líder a fomentar la participación en la toma de decisiones y a ofrecer apoyo y motivación al equipo. Respecto a la orientación a la tarea se refiere a la adecuada definición de las tareas y funciones, en la forma que se han de llevar a cabo y cómo controlar los resultados obtenidos.
Para terminar, y a modo de conclusión, hay que tener en mente que un buen líder es sólo tan bueno como las personas que lo rodean. El buen líder será el que se rodee de las mejores personas para formar parte en su equipo y asegurarse de que están a su lado.
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